Para poder entender que es un curetaje cerrado es necesario recordar que la enfermedad periodontal se presenta en dos etapas. Por un lado, su etapa inicial, conocida como gingivitis. Se manifiesta en la boca a través de un aumento de volumen de las encías, esto se debe a un exceso de la placa bacteriana o sarro.
La fase inicial de la enfermedad es reversible con una correcta eliminación del sarro y una adecuada técnica de cepillado y uso de hilo dental. Posteriormente, existe una etapa más avanzada de la enfermedad periodontal que se conoce como periodontitis. En este caso se ven afectados los tejidos que rodean los dientes: encías, hueso y ligamento periodontal pueden ser afectados y se caracteriza por la aparición de bolsas periodontales.
Las bolsas periodontales
Pueden describirse como surcos que se forman entre la encía y el diente y que se hacen más grandes a medida que la enfermedad periodontal avanza, ya que hay mayor cantidad de bacterias en este punto, donde está indicado el raspado y alisado radicular. Este tratamiento será suficiente para frenar la evolución de la periodontitis. Además, en muchos casos, es posible incluso mejorar su estado si se detecta a tiempo la enfermedad.
Curetaje cerrado
El curetaje cerrado consiste en un raspado de la superficie de las raíces de los dientes de forma manual. Para ello se utiliza un instrumental específico conocido como curetas. Estas permiten acceder a la parte más profunda de la bolsa periodontal. Para hacer de este tratamiento un procedimiento sin dolor, es necesario anestesiar la zona en la que se realizará el curetaje.
Este tratamiento suele realizarse dividiendo la boca en sectores. Así, la duración de los raspados y alisados dependerá de las zonas afectadas de cada paciente.
Una buena técnica de higiene dental es fundamental para prevenir las enfermedades periodontales. Es importante destacar que el éxito total del tratamiento requiere la colaboración del propio paciente en casa y de sus visitas de seguimiento con su odontólogo.