Los selladores son recubrimientos que se adhieren a las fosetas y fisuras de un diente que está expuesto a la acumulación de alimentos, por lo general, se colocan en la superficie de la masticación. Sin embargo, en ocasiones se pueden extender hacia delante (hacia las mejillas) o hacia atrás (hacia la lengua) dependiendo de la anatomía de cada diente.
Al quitar la profundidad de las fisuras de los dientes, los selladores ayudan a protegerlos de la formación de caries. Estos se consideran una medida preventiva, no correctiva.
Desde una perspectiva de mayor prevención, hay evidencia de que los selladores también pueden inhibir la progresión de lesiones que apenas comienzan a presentar descalcificaciones (manchas blancas en los surcos) evitando que se produzca la cavidad (caries).
Por eso la importancia de una evaluación a tiempo con el especialista, ya que, al presentar pequeñas caries, ya no está indicado la colocación de selladores. Al momento de la erupción total de los surcos por evaluar de cada diente, se realiza el diagnóstico para determinar si colocar selladores o no.
¿Cuándo son necesarios los selladores?
Es importante saber que no en todos los niños ni en todas las piezas dentales está indicado colocar selladores, esto se determina con una valoración con el odontopediatra para determinar las características personales del niño, peculiaridades dentales y la evaluación personal del riesgo de caries que presenta el paciente.
Con una adecuada evaluación y colocación, los selladores llegan a ser uno de los métodos más eficaces para la prevención de caries, siempre y cuando se tenga una adecuada higiene, y una valoración periódica pot lo menos cada 6 meses o según el odontopediatra lo determine.
El uso de selladores debe evaluarse y adjuntarse con otras intervenciones preventivas para controlar y evitar el proceso de la enfermedad de caries, especialmente en pacientes con alto riesgo a caries.